Martes de la XVI Semana del Tiempo
Evangelio según San Mateo 12,46-50.
Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte". Jesús le respondió: "¿Quién es mí madre y quiénes son mis hermanos?". Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".
COMENTARIO
Jesús amplía nuestra visión de la familia: somos parte de ella, somos miembros de ella, si hacemos la voluntad de su Padre, de nuestro Padre.
Evangelio según San Mateo 12,46-50.
Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte". Jesús le respondió: "¿Quién es mí madre y quiénes son mis hermanos?". Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".
COMENTARIO
Jesús amplía nuestra visión de la familia: somos parte de ella, somos miembros de ella, si hacemos la voluntad de su Padre, de nuestro Padre.
Es importante anotar que la persona del Padre no puede ser asumida por nadie, mas sí la figura materna. Esto se comprende mejor desde la concepción de cómo se transmite la vida, donde la mujer era considerada como un agente pasivo, era la que llevaba en sí a la nueva criatura, pero la obra de engendrar correspondía sólo al Padre -será mucho tiempo después cuando se conozca la biología femenina (concretamente el óvulo y su función en el proceso de la reproducción) en que dejará de considerarse a la mujer de esta forma, y se le verá como un elemento activo y copartícipe de la procreación. Supongo que Jesús hubiera tenido una sensibilidad un tanto distinta si culturalmente fuera depositario de este conocimiento.
Lo más importante, sin embargo, es esta consideración de la nueva familia. Rompe Jesús con el privilegio que pueda tener el lazo de sangre, y lo eleva a la realización en nuestras vidas de la voluntad de Dios. si consideramos a Dios como nuestro Padre, y nos dedicamos a que se cumpla en nuestra vida su voluntad, entonces nos integramos a esta nueva familia, reconocemos la importancia de estos nuevos lazos que nos unen: la fe, la esperanza y el amor.
DWV
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