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sábado, 13 de noviembre de 2010

Evangelio del Día 13/11/2010


Sábado de la XXXII Semana del Tiempo Ordinario


Evangelio según San Lucas 18,1-8.


Después Jesús les enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: "En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'". Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".


COMENTARIO


"¿Encontrará fe sobre la tierra?" se pregunta Jesús. Por un lado, se ve la confianza de aquel que ora, que cree en que su oración será escuchada; y por otro lado, está la perseverancia en esa súplica, en esa oración. A veces podemos inclinarnos sólo en uno de esos polos: creemos que sólo basta con orar, con dirigir nuestra mirada a Dios, y no hacemos nada más. Otras, pensamos que sólo nosotros tenemos que hacer las cosas, y nos limitamos a hacer lo que creemos que podemos y nada más.


Lo maravilloso de la oración con fe es que nos permite lograr lo que nuestros esfuerzos por sí mismos no bastan, pero no sin nuestro esfuerzo, sin nuestra perseverancia. ¿Encontrará hoy Jesús esta fe, que mueve montañas, que cree en las maravillas que Dios puede obrar, o encontrará la fe achatada del hombre que cree sólo en lo que puede lograr por sus propia cuenta; o en aquellos que tienen fe pero sin obras, sin compromiso, sin perseverancia....?


Sé perseverante en la oración, busca un momento del día para dedicarlo a alabar y bendecir a Dios, para meditar su Palabra, para hacer ese silencio interior que nos abre a la escucha de la voluntad de Dios. Ensancha tu corazón para que puedas recibir las maravillas que Dios te quiere regalar.


DWV

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